El Mudo, como solían llamarle creció en el caluroso puerto de Manzanillo. Era un tipo alto y delgado, caminaba algo chueco y llevaba siempre una mueca en la cara. Nunca tuvo un trabajo formal y la gente de la colonia lo empleaba para tareas de mantenimiento bastante sencillas. Un día se lo veía arrancando la hierba que crecía en el panteón y al día siguiente estaba pintando las casas de los vecinos, de este oficio tomó la costumbre de pintar sus huaraches con el color que estuviese trabajando, así que por las empinadas y empedradas calles solían verse pisadas multicolores y la gente decía:
—Por aquí paso el mudo.
Aprendió a manejar la bicicleta
para repartir tortillas, pero este trabajo le duró muy poco, pues no era bueno
para llevar las cuentas y Don Esteban, un viejo malhumorado que vivía de su
pensión siempre lo atarantaba con el “vuelto”.
El Mudo me caía bien, salvo por
aquella vez que con señas me llamó para enseñarme “algo” que tenía en una caja,
de haber interpretado mejor sus movimientos hubiese sabido que me dijo —Hazte
tantito para atrás, no te vaya a morder. Pero no, no lo hice, cuando abrió la
caja saltó hacia mí un animal, mezcla de mapache y zarigüeya que ni tarde ni
perezoso acomodó sus dientes en una de mis piernas. Ah que pinche mudo.
Una noche la casa de doña
Hortensia empezó a incendiarse, los vecinos alertados ante tal situación
empezaron a acarrear agua desesperados, parecían cucarachas en quemazón. — ¡Ándale mudo, ayúdale a don “Cande”
con los botes de agua. Le gritaron los vecinos , y en efecto, el mudo se
acomidió a ayudar como buen samaritano, tomó uno de los baldes de agua que
traía don Cande y a duras penas lo pudo levantar, se dio media vuelta solo para
darle tremendo baño a doña Cuca, una octogenaria que tiempo después falleciera
por una misteriosa neumonía.
— ¡Ay mudo!, Le dijo doña Cuca. —si
quisiera bañarme… ¿Tú crees que andaría acarreando baldes de agua a media calle?
Ah que pinche mudo.
Cierto día, según cuentan los
vecinos se apareció en la colonia una camioneta de la que en aquellos tiempos
se conocía como “Policia Preventiva” Estuvo rondando a vuelta de rueda por las
calles, hasta que se toparon con el mudo. Uno de los uniformados se bajo del
vehículo y le pregunto —Oiga “vale”, ¿No es usted el que andamos buscando? Y el
mudo siendo mudo pues no pudo contestar. Se bajaron dos policías más, los
hostigaron unos minutos y después uno de
ellos dijo: —Súbelo, ya dijo la palabra clave.
Y desde entonces nunca más se
volvió a ver al Mudo. Ah que pinche mudo, que buenos
recuerdos nos dejó.
Presentado en el Centro Cultural Xavier Villaurrutia
9 de marzo del 2013.
México Distrito Federal.
interesante relato, me saco una carcajada!!!
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